Artículo del Dr. Néstor de
Buen
Publicado el día 9 de
diciembre de 2012, en el periódico La Jornada
Algo más sobre la reforma laboral
Néstor de Buen
Domingo 9 de diciembre de 2012
En su primera declaración como secretario
del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida dijo dos cosas interesantes. En primer
lugar, que la reforma laboral no fue hecha al vapor, lo que es cierto.
Tiene claros antecedentes. En segundo lugar, que las juntas de Conciliación y
Arbitraje tendrán que trabajar con toda limpieza y con toda celeridad para no
retrasar la justicia pronta y expedita, lo que se supone es un principio
procesal fundamental lamentablemente incumplido.
Yo
sí admito que la reforma laboral no fue hecha al vapor. Están los
proyectos de Carlos Abascal y de Javier Lozano y, entre otros, aunque no le
hicieron caso, el presentado el 12 de julio de 1995 por los senadores del PAN
Gabriel Jiménez Remus y Juan de Dios Castro, que fue ignorado y no se le dio
trámite alguno, en el que, entre otras cosas, se propuso sustituir a las juntas
de Conciliación y Arbitraje por jueces de lo social, para cortar de una buena
vez su dependencia evidente de los poderes ejecutivos, federal y estatales. Tal
vez la negativa a darle trámite haya derivado de que dicha iniciativa había
sido preparada por Carlos y Néstor de Buen, y se notaba.
Es
difícil, ciertamente, que se produzca la eliminación de las juntas, pero cabe
recordar que están calcadas de la Magistratura del Trabajo vigente en Italia durante
la dictadura de Mussolini, reproducidas en España durante la dictadura de
Franco y desaparecidas a partir de la democracia que no sin dificultades se
presentó en ambos países. Hoy el gobierno español del Partido Popular se muere
de ganas de rescatar la vieja fórmula franquista, pero afortunadamente los
sindicatos españoles no lo permitirán, por el conservadurismo de Rajoy.
Propone
Navarrete Prida que no se le escatimen los beneficios al movimiento obrero
porque sus sindicatos han dado paz y estabilidad laboral al país en tanto que
en España se producen serios paros laborales.
Me
permitiría poner en duda que hayan sido los sindicatos corporativos los que han
dado paz y estabilidad laboral a nuestro país, Nuestro movimiento obrero
difícilmente se mueve, y basta ver, por lo reciente, las arbitrariedades
cometidas por el gobierno de Calderón contra el sindicato minero, y en
particular contra su dirigente Napoleón Gómez Urrutia, y de manera especial en
contra del Sindicato Mexicano de Electricistas, víctima de un despido general
totalmente arbitrario e infundado. En cambio la CTM y otras de las centrales
corporativas mantienen el silencio, prueba evidente de su complicidad con el
gobierno. Esa paz y estabilidad aparentes tienen su origen en la complicidad de
la CTM y de otras centrales que anteponen el interés de sus dirigentes a los de
los trabajadores que supuestamente representan.
Confieso
que me han agradado las declaraciones de Navarrete Prida a propósito de que
nuestro país corre a dos velocidades, por lo que se requiere el trabajo y el
esfuerzo de todos los sectores para superar atrasos, pobreza, hambre y
marginación. Estoy convencido de que habrá que emparejar la marcha de los
trabajadores con los empresarios para que no haya esa diferencia. La fórmula no
es tan complicada: que eliminemos de la ley todas las reglas que violentan la
libertad sindical y el derecho de huelga; que nos sometamos a las disposiciones
del Convenio 87 de libertad sindical de la Organización Internacional del
Trabajo, que suscribimos en su tiempo (ratificado el primero de abril de 1950 y
publicado en el Diario Oficial el 16 de octubre de 1950. Nos tardamos un
poquito, desde luego), y que olvidemos a las juntas de Conciliación y Arbitraje
para que los juzgados sociales dependan del Poder Judicial y no del Ejecutivo.
Lo
preocupante es que se dice por sus autores que la reforma propuesta y publicada
mejorará la condición económica del país, y en particular permitirá reducir el
desempleo. ¿Cómo se va a reducir el desempleo si la ley aprobada, como sus
antecedentes evidentes, facilita los despidos y disminuye sin vergüenza las
indemnizaciones? Ese ha sido el propósito de la reforma con un claro sabor a
Coparmex.
Ojalá
que Navarrete Prida haga lo necesario para ponerle remedio a estas amenazas. No
será fácil, salvo que nuestros sindicatos corporativos se desprendan de su
sumisión al Estado tradicional y se acuerden que representan a los
trabajadores. De otro modo estaremos en riesgo de una huelga general de hecho,
que son las que más duelen.