La conciliación, el camino a seguir
Napoleón
Gómez Urrutia
Jueves
10 de enero de 2013
El sindicato nacional de mineros
ha dado el primer paso –mediante una conciliación basada en el diálogo y el
respeto– en el arreglo de las profundas diferencias que prevalecen en las
relaciones laborales entre empleadores y trabajadores en todo México. Esto lo
realizó el 8 de noviembre de 2012, cuando convocó a las empresas del sector
minero, metalúrgico y siderúrgico a un encuentro de ideas en Vancouver, Canadá,
para revisar el estado que guardan esas relaciones. A esta reunión asistieron
más de 40 hombres y mujeres de empresa, que junto con los dirigentes sindicales
y asesores tomaron parte activamente en el análisis de los temas planteados.
Cabe mencionar que el número de compañías asistentes allí representadas es el
núcleo absolutamente mayoritario de las empresas de este sector crucial para la
economía de México.
Los resultados obtenidos de este intercambio fueron
muy positivos y enriquecedores de la común percepción de que el camino tanto
para las empresas del sector como para los trabajadores no puede ser otro que
el entendimiento racional, civilizado y constructivo entre ambos factores de la
producción, con pleno respeto recíproco a los intereses de ambas partes. Quedó
claro que el camino equivocado, el cual lleva al desastre, es el del
enfrentamiento rígido entre las partes obrera y patronal.
Al iniciarse el año 2013, el ejemplo constructivo
aportado por trabajadores y empleadores de la minería, la metalurgia y la
siderurgia resalta en el panorama social y económico de México. Vale recordar
que el propósito de esta reunión fue llegar al compromiso de lograr la
estabilidad y la certidumbre en el trato laboral del propio sector, y así
contribuir al desarrollo económico sostenido de México, sobre las bases de la
justicia y la equidad. Los hombres y mujeres de empresa asistentes respondieron
positivamente a esta convocatoria sindical y refrendaron con sus intervenciones
su decidida voluntad coincidente de caminar en el mismo sentido, ahora que en
el país se abren nuevas perspectivas políticas.
Algo equivalente, pero a la más amplia dimensión,
la del país entero, requiere México. La experiencia de Vancouver hace ver que
este camino es el correcto no sólo para ese sector específico, sino para la
totalidad de las relaciones laborales en el país. No hay otra vía para hacer
que fructifiquen planteamientos como el Pacto por México, y para que sus
propósitos no se queden en el margen de las grandes decisiones de cambio que
son necesarias. Esta es la forma de abandonar para siempre la improvisación
irresponsable de los gobiernos del Partido Acción Nacional, que durante 12 años
pervirtieron el verdadero desarrollo económico, social, político y legal de
México, pero también las anteriores políticas excluyentes que previamente
inclinaron la preferencia electoral hacia el conservadurismo.
Del encuentro de Vancouver se ratificó que la
consulta y el acuerdo con todos los sectores sociales de la nación debe ser la
herramienta fundamental de toda nueva política de gobierno. La decisión de
transitar en esta vía debe ser antepuesta a cualquier otra consideración. El
país está ávido de una real política que corrija los graves desequilibrios y
desigualdades, sobre la base de que haya una consulta permanente, responsable,
seria y a fondo. Este es el aire fresco que debe recorrer los espacios
mexicanos.
Los mineros, y en general los trabajadores, estamos
a la espera de que se materialice esta política incluyente. Que todos,
absolutamente todos los conflictos laborales o sociales, encuentren vías de
solución en una renovada conducta gubernamental y en un cambio rotundo en el
sistema judicial. Ni obreros ni clases medias ni campesinos ni indígenas ni
estudiantes ni mujeres ni jóvenes deben ser excluidos. Que se dejen de
privilegiar los intereses de las minorías enriquecidas al amparo del favor
gubernamental y se inicie, verdadera, realmente, una política justa y
equitativa de la distribución de la riqueza. En México hay hambre y sed de
justicia.
De no actuarse así, el país sólo podrá esperar
perspectivas como las que están viviendo algunas naciones europeas, donde se
han olvidado del equilibrio social y de la equidad entre todos sus sectores.
Estos son los casos muy notorios de Grecia, España, Italia, Portugal, con tasas
de desempleo total de alrededor de 26 por ciento, y de 56 por ciento entre los
jóvenes sin oportunidades de educación o empleo. En esa región, la crisis está
esperando sólo un leve empujón para convertirse en revuelta social. Pero
también están los casos de otros continentes, donde el subdesarrollo y la
necesidad han seguido haciendo presa de sus poblaciones e instituciones. Y
donde las grandes organizaciones financieras mundiales sólo fijan la mirada en
recortar presupuestos y reducir el consumo, apretando el cinturón de los más
necesitados, sin ver que muy cerca de ellas tienen verdaderos modelos de
estabilidad y crecimiento, como los países escandinavos –Suecia, Finlandia,
Noruega, Dinamarca–, donde un más justo equilibrio social hace posible la
eficiencia gubernamental vinculada al beneficio común de la población, así como
a los altos estándares de educación, sindicalismo y justicia, lo cual se
traduce en paz social mediante el diálogo permanente para solventar las
diferencias y los conflictos.
Ya México votó por un camino a seguir en el
presente sexenio. Hace falta ahora que los elegidos asuman con verdadera
responsabilidad política sus funciones hacia toda la población, y que hagan
renacer a México de las cenizas que les entregaron los gobiernos anteriores. La
conciliación está en el centro de los primeros pasos que el gobierno debe dar.
La otra vía es la de la confrontación social, política y humana, que conduce a
las crisis continuadas.