PALABRAS DEL COMPAÑERO SERGIO BELTRÁN REYES, SECRETARIO DEL INTERIOR, EXTERIOR Y ACTAS, EN REPRESENTACIÓN DEL COMPAÑERO NAPOLEÓN GÓMEZ URRUTIA, SECRETARIO GENERAL, EN EL 243 ANIVERSARIO DE LA PRIMERA HUELGA DE MINEROS EN AMÉRICA LATINA, EN EL MINERAL DE REAL DEL MONTE, HOY EN PACHUCA, HIDALGO. 15 de agosto de 2009.
Estimados compañeros mineros de Real del Monte y familiares:
En esta fecha tan especial para todos ustedes, para el gremio minero trabajador y para el Sindicato Nacional de Mineros, les traigo un afectuoso saludo del compañero Napoleón Gómez Urrutia, nuestro Secretario General, y del Comité Ejecutivo Nacional que él dirige.
Nos reunimos una vez más, para recordar el heroico movimiento de lucha laboral de los mineros de Real del Monte, que hace 243 años realizaron en la historia la primera huelga minera de América, cuando nuestro país sólo era una colonia de España y los trabajadores eran siervos o esclavos y por lo tanto no tenían ningún derecho social ni protección legal o laboral alguna.
Esta es la recordación de una gesta histórica, no sólo por estar inscrita en Letras de Oro de la Historia, que nada olvida, sino porque su significado es verdaderamente histórico, relevante e importante para las nuevas generaciones y un ejemplo para los mineros de hoy, que seguimos en la lucha por nuestros derechos y por nuestra dignidad como trabajadores libres.
Esta huelga ocurrió en pleno Virreinato de la Nueva España, donde los trabajadores mexicanos no tenían ningún derecho que los protegiera, pero nuestros ancestros mineros dieron la batalla al propietario absoluto del mineral de Real del Monte, Pedro Romero de Terreros, Conde de Regla, un explotador al que quieren imitar algunos empresarios de hoy, como Germán Feliciano Larrea Mota Velasco de Grupo México, y algunos más, cuando a ese filántropo de labios para afuera se le ocurrió la “brillante” idea de super explotar el trabajo de los mineros.
Nuestros compañeros de entonces, medio siglo antes de iniciarse el movimiento por la Independencia Nacional, se lanzaron a la huelga, sin experiencia de organización obrera, y sin más fuerza que su dignidad y su derecho a la vida, que el Conde de Regla pretendía pisotear. El hecho de que en el lejano año de 1766, un 15 de agosto como hoy, hubiera una huelga casi insurreccional, como la de Cananea de 1906 antes de la Revolución Mexicana, da la medida de la valentía de aquellos mineros que nos antecedieron en la lucha y en la vida.
Se necesitan unos arriates bien puestos, compañeros mineros de hoy, para lanzarse a una huelga que muy seguramente hubiera sido aplastada por la fuerza y la violencia, ya que cualquier resistencia del pueblo se consideraba como grave delito, y se castigaba con cárcel, enlistamiento forzado en el ejército colonial o muerte. Y porque, además, pegaba en el centro de la riqueza principal de la Corona Española, que eran los ricos productos de la minería --el oro y la plata principalmente--, sacados del subsuelo a costa de la deshumanizada explotación del trabajo de los mineros.
Pues los colonialistas españoles, con el pretexto de cristianizarnos, se dedicaron a chupar la riqueza y la sangre de nuestra tierra y nuestros hombres. La silicosis, los derrumbes o explosiones en las minas, la desnutrición, la falta de salud, entre otras crueldades, acortaban la vida de los mineros a la mitad de lo que cualquier ser humano de entonces alcanzaba a vivir, ya que no había protección social o médica de ningún tipo. Si a eso le agregamos que en Real del Monte, propiedad absoluta del “generoso”, pero en verdad hipócrita filántropo Romero de Terreros, se permitía el trabajo infantil, completaremos el cuadro de la sórdida explotación que había en el trabajo minero de hace dos siglos y medio.
Esa fue, compañeros, la primera huelga minera de América, si no es que la primera en el mundo, no tenemos datos históricos certeros al respecto. Pero sabemos que fue el punto de arranque de la indoblegable lucha por la justicia laboral que se diera en América entera. Sin ninguna duda, esta rememoración de la Huelga de Real del Monte nos alienta en las luchas que en el presente estamos dando bajo la conducción inteligente y experta del compañero Napoleón Gómez Urrutia, nuestro Secretario General, por los derechos obreros que pretenden pisotear empresarios abusivos, rapaces y egoístas, junto con el actual gobierno de derecha y empresarial que dice que nos gobierna.
Ocurrió que el super millonario Pedro Romero de Terreros, Conde de Regla, no era filántropo ni altruista con sus trabajadores, igual que cualquier empleador de esa época y como frecuentemente ocurre en nuestros días. De pronto, para obtener mayores ganancias --que siempre ha sido el faro que alumbra las mezquindades de los ricos-- decidió reducir los jornales miserables que pagaba y aumentar al doble las cargas de trabajo. Pero casi de inmediato se enfrentó a la protesta minera, lo cual ocurrió el 15 de agosto de 1766. Nuestros hermanos de ayer triunfaron, después de cruentas luchas, y lograron que no se aplicasen las injusticias pretendidas por el Conde de Regla, obteniendo además la prohibición del trabajo infantil. Fue, entonces, la primera huelga minera triunfante, y eso lo alcanzaron los compañeros con su resistencia y su unidad, su decisión de ser libres y su defensa de la propia dignidad como trabajadores, tal como ahora lucha el Sindicato Nacional de Mineros dirigido por el compañero Napoleón Gómez Urrutia.
Para México, que entonces no existía como Nación Independiente, fue la primera expresión histórica del fundamental derecho a la huelga, y del derecho a mejores salarios. Rendimos homenaje de admiración a aquellos luchadores mineros, y decimos que, junto con otros movimientos heroicos, ellos son ejemplo vivo para nosotros en nuestras luchas actuales por mejores salarios y prestaciones, por condiciones de seguridad industrial e higiene, por la autonomía y la libertad sindical, por la protección al entorno ecológico, y porque se respete y aplique la legislación laboral que surgió de todas esas luchas.
Quisiéramos poder decir que los acontecimientos negativos de entonces han sido superados para siempre en la vida de los mineros mexicanos, pero lamentablemente no es así. Vemos cómo dizque modernos empresarios de la minería explotan y pretenden humillarnos como trabajadores mineros, en todo el país. Quieren que México regrese a las épocas ya superadas de la esclavitud y la servidumbre, pero no estamos dispuestos a permitirlo, de ninguna manera, como no cesa de repetirlo el compañero Gómez Urrutia en sus mensajes al gremio minero.
Hoy tenemos el ejemplo de tres huelgas heroicas de más de dos años en Cananea, Sombrerete y Taxco, y más recientemente otra en el puerto industrial Lázaro Cárdenas, donde nuestros compañeros dan la batalla por la dignidad obrera, en medio del coro de voces pagadas de que violamos la ley con esas huelgas, y que pretendemos beneficios ilícitos, que sólo a esas mentes enfermas se les pueden ocurrir, pues cree el león que todos son de su condición. Tanto los empresarios que nos agreden, como los funcionarios gubernamentales que los obedecen como perros amaestrados, sólo piensan que los demás piensan como ellos mismos, para quienes el becerro de oro es quien los guía en la vida.
No se dan cuenta que somos trabajadores libres, dignos, que ansiamos trabajar honestamente y recibir salarios y protección que nos beneficien a nosotros y a nuestras familias. No quieren entender que no nos derrotarán ni por la vía de las calumnias, ni por querernos dividir, ni por el camino de comprar a traidores como Elías “el sope” Morales o Carlos “la marrana” Pavón, o por cansancio en nuestras huelgas.
El ejemplo de los mineros de Real del Monte es una herencia preciosa, más rica y poderosa que el oro y la plata de nuestras minas. Esa herencia heroica de 1766 es la que venimos hoy a refrendar ante ustedes, compañeros de Real del Monte, que el compañero Napoleón Gómez Urrutia enarbola como bandera principal en la lucha de todos nosotros.
¡No nos doblegaremos, compañeros mineros!
¡Iremos hasta la victoria en nuestra lucha!
Estimados compañeros mineros de Real del Monte y familiares:
En esta fecha tan especial para todos ustedes, para el gremio minero trabajador y para el Sindicato Nacional de Mineros, les traigo un afectuoso saludo del compañero Napoleón Gómez Urrutia, nuestro Secretario General, y del Comité Ejecutivo Nacional que él dirige.
Nos reunimos una vez más, para recordar el heroico movimiento de lucha laboral de los mineros de Real del Monte, que hace 243 años realizaron en la historia la primera huelga minera de América, cuando nuestro país sólo era una colonia de España y los trabajadores eran siervos o esclavos y por lo tanto no tenían ningún derecho social ni protección legal o laboral alguna.
Esta es la recordación de una gesta histórica, no sólo por estar inscrita en Letras de Oro de la Historia, que nada olvida, sino porque su significado es verdaderamente histórico, relevante e importante para las nuevas generaciones y un ejemplo para los mineros de hoy, que seguimos en la lucha por nuestros derechos y por nuestra dignidad como trabajadores libres.
Esta huelga ocurrió en pleno Virreinato de la Nueva España, donde los trabajadores mexicanos no tenían ningún derecho que los protegiera, pero nuestros ancestros mineros dieron la batalla al propietario absoluto del mineral de Real del Monte, Pedro Romero de Terreros, Conde de Regla, un explotador al que quieren imitar algunos empresarios de hoy, como Germán Feliciano Larrea Mota Velasco de Grupo México, y algunos más, cuando a ese filántropo de labios para afuera se le ocurrió la “brillante” idea de super explotar el trabajo de los mineros.
Nuestros compañeros de entonces, medio siglo antes de iniciarse el movimiento por la Independencia Nacional, se lanzaron a la huelga, sin experiencia de organización obrera, y sin más fuerza que su dignidad y su derecho a la vida, que el Conde de Regla pretendía pisotear. El hecho de que en el lejano año de 1766, un 15 de agosto como hoy, hubiera una huelga casi insurreccional, como la de Cananea de 1906 antes de la Revolución Mexicana, da la medida de la valentía de aquellos mineros que nos antecedieron en la lucha y en la vida.
Se necesitan unos arriates bien puestos, compañeros mineros de hoy, para lanzarse a una huelga que muy seguramente hubiera sido aplastada por la fuerza y la violencia, ya que cualquier resistencia del pueblo se consideraba como grave delito, y se castigaba con cárcel, enlistamiento forzado en el ejército colonial o muerte. Y porque, además, pegaba en el centro de la riqueza principal de la Corona Española, que eran los ricos productos de la minería --el oro y la plata principalmente--, sacados del subsuelo a costa de la deshumanizada explotación del trabajo de los mineros.
Pues los colonialistas españoles, con el pretexto de cristianizarnos, se dedicaron a chupar la riqueza y la sangre de nuestra tierra y nuestros hombres. La silicosis, los derrumbes o explosiones en las minas, la desnutrición, la falta de salud, entre otras crueldades, acortaban la vida de los mineros a la mitad de lo que cualquier ser humano de entonces alcanzaba a vivir, ya que no había protección social o médica de ningún tipo. Si a eso le agregamos que en Real del Monte, propiedad absoluta del “generoso”, pero en verdad hipócrita filántropo Romero de Terreros, se permitía el trabajo infantil, completaremos el cuadro de la sórdida explotación que había en el trabajo minero de hace dos siglos y medio.
Esa fue, compañeros, la primera huelga minera de América, si no es que la primera en el mundo, no tenemos datos históricos certeros al respecto. Pero sabemos que fue el punto de arranque de la indoblegable lucha por la justicia laboral que se diera en América entera. Sin ninguna duda, esta rememoración de la Huelga de Real del Monte nos alienta en las luchas que en el presente estamos dando bajo la conducción inteligente y experta del compañero Napoleón Gómez Urrutia, nuestro Secretario General, por los derechos obreros que pretenden pisotear empresarios abusivos, rapaces y egoístas, junto con el actual gobierno de derecha y empresarial que dice que nos gobierna.
Ocurrió que el super millonario Pedro Romero de Terreros, Conde de Regla, no era filántropo ni altruista con sus trabajadores, igual que cualquier empleador de esa época y como frecuentemente ocurre en nuestros días. De pronto, para obtener mayores ganancias --que siempre ha sido el faro que alumbra las mezquindades de los ricos-- decidió reducir los jornales miserables que pagaba y aumentar al doble las cargas de trabajo. Pero casi de inmediato se enfrentó a la protesta minera, lo cual ocurrió el 15 de agosto de 1766. Nuestros hermanos de ayer triunfaron, después de cruentas luchas, y lograron que no se aplicasen las injusticias pretendidas por el Conde de Regla, obteniendo además la prohibición del trabajo infantil. Fue, entonces, la primera huelga minera triunfante, y eso lo alcanzaron los compañeros con su resistencia y su unidad, su decisión de ser libres y su defensa de la propia dignidad como trabajadores, tal como ahora lucha el Sindicato Nacional de Mineros dirigido por el compañero Napoleón Gómez Urrutia.
Para México, que entonces no existía como Nación Independiente, fue la primera expresión histórica del fundamental derecho a la huelga, y del derecho a mejores salarios. Rendimos homenaje de admiración a aquellos luchadores mineros, y decimos que, junto con otros movimientos heroicos, ellos son ejemplo vivo para nosotros en nuestras luchas actuales por mejores salarios y prestaciones, por condiciones de seguridad industrial e higiene, por la autonomía y la libertad sindical, por la protección al entorno ecológico, y porque se respete y aplique la legislación laboral que surgió de todas esas luchas.
Quisiéramos poder decir que los acontecimientos negativos de entonces han sido superados para siempre en la vida de los mineros mexicanos, pero lamentablemente no es así. Vemos cómo dizque modernos empresarios de la minería explotan y pretenden humillarnos como trabajadores mineros, en todo el país. Quieren que México regrese a las épocas ya superadas de la esclavitud y la servidumbre, pero no estamos dispuestos a permitirlo, de ninguna manera, como no cesa de repetirlo el compañero Gómez Urrutia en sus mensajes al gremio minero.
Hoy tenemos el ejemplo de tres huelgas heroicas de más de dos años en Cananea, Sombrerete y Taxco, y más recientemente otra en el puerto industrial Lázaro Cárdenas, donde nuestros compañeros dan la batalla por la dignidad obrera, en medio del coro de voces pagadas de que violamos la ley con esas huelgas, y que pretendemos beneficios ilícitos, que sólo a esas mentes enfermas se les pueden ocurrir, pues cree el león que todos son de su condición. Tanto los empresarios que nos agreden, como los funcionarios gubernamentales que los obedecen como perros amaestrados, sólo piensan que los demás piensan como ellos mismos, para quienes el becerro de oro es quien los guía en la vida.
No se dan cuenta que somos trabajadores libres, dignos, que ansiamos trabajar honestamente y recibir salarios y protección que nos beneficien a nosotros y a nuestras familias. No quieren entender que no nos derrotarán ni por la vía de las calumnias, ni por querernos dividir, ni por el camino de comprar a traidores como Elías “el sope” Morales o Carlos “la marrana” Pavón, o por cansancio en nuestras huelgas.
El ejemplo de los mineros de Real del Monte es una herencia preciosa, más rica y poderosa que el oro y la plata de nuestras minas. Esa herencia heroica de 1766 es la que venimos hoy a refrendar ante ustedes, compañeros de Real del Monte, que el compañero Napoleón Gómez Urrutia enarbola como bandera principal en la lucha de todos nosotros.
¡No nos doblegaremos, compañeros mineros!
¡Iremos hasta la victoria en nuestra lucha!