La
Jornada, miércoles 30 de enero de 2913
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Que quede
claro, no existe ninguna orden de aprehensión en mi contra, dice el líder
minero
El sindicato
busca un acercamiento con las actuales autoridades; no somos enemigos del país
Carlos Fernández-Vega
Periódico La Jornada
Miércoles 30 de enero de 2013, p. 10
La inescrupulosa cuan feroz campaña en contra del sindicato minero y su
dirigente es producto de la desesperación de los barones de la minería,
quienes, a pesar del cochinero legaloide que han hecho, no han progresado en
una sola de las falsas e inconstitucionales acusaciones que nos fabricaron,
denuncia Napoleón Gómez Urrutia, quien subraya que la intensidad de las
mentiras por ellos difundidas –una supuesta orden de aprehensión, la más
reciente– aumenta según se acerca mi retorno a México.
En entrevista con La Jornada, el dirigente sindical detalla que tomó
tiempo echar para atrás las acusaciones fabricadas, pero hemos ganado todas
ante diferentes tribunales y jueces, y de manera definitiva.
Sin embargo, advierte, estamos en la etapa más difícil, cuando ya se acerca
el final de una lucha como ésta, y atacan con todo, sin ética. Entonces, que
quede claro: no existe ninguna orden de aprehensión en mi contra. Es más, al
juez que operaba en favor de Germán Larrea ya lo sacaron del caso; se prestó
para que publicaran lo de la supuesta orden de aprehensión, y la semana pasada
lo enviaron al noveno tribunal unitario en materia penal. Qué raro, qué
extraño.
En este enjuague, explica Gómez Urrutia, Germán Larrea no está solo, pues
crearon el cártel de los barones de la minería, en el que aparecen Alberto
Bailleres, Alonso Ancira y los nefastos hermanos Villarreal Guajardo (Julio,
Pablo y Sergio), entre otros, todos beneficiarios de la privatización salinista
que sienten que sus fortunas mal habidas están en riesgo y amenazadas por una
organización democrática, el sindicato minero, que lo único que ha hecho toda
su vida es luchar para que exista mayor justicia y equidad.
Se trata, dice, de un grupo pequeño en número, pero muy poderoso en lo
económico y político. Está Larrea, desde luego, quien por la ascendencia que
tenía sobre Vicente Fox y Marta Sahagún decidió actuar contra el sindicato a
partir de la tragedia en Pasta de Conchos, un homicidio industrial a punto de
cumplir siete años. Y esta mafia, que se ha apoderado de la minería y que
controla la Cámara Minera, establece las políticas que ellos deciden, y las
concesiones que quieren se las otorga por cientos el gobierno federal, cada
año, de recursos naturales y estratégicos como el gas y el uranio. No respeta a
los trabajadores ni a sus propios empleados. Vamos, ni a los policías federales
que les envió Calderón para cuidarla.
En su desesperación, apunta, “el cártel utiliza todo lo que tiene a la
mano: abogados mercenarios, como Agustín Acosta Azcón. También otros, con la
misma carencia de ética, entre ellos el fallecido Salvador Rocha, uno de los
mayores traficantes de influencias en México; Fernando Gómez Mont, abogado
penalista de Larrea de toda la vida; Julio Esponda y Alberto Zinser. Usan de
todo: organizaciones charras, de membrete, corrupción. Ojalá alguien los
frene, porque permanecen impunes y son canallas”.
Entonces, subraya el dirigente minero, es momento de parar esto. Ni México
ni lo mexicanos debemos seguir tolerando estas faltas de respeto. El país
necesita de empresarios nacionalistas, que fomenten la educación y el empleo,
que cuiden el medio ambiente y los recursos naturales, que respeten a los
trabajadores y a sus familias, y no que desprecien y humillen al país con
actitudes racistas y discriminatorias como las que utilizan estos empresarios
amafiados, cuerpos sin alma que transitan por allí haciendo mucho daño.
Por ello, puntualiza Gómez Urrutia, el sindicato busca un acercamiento con
algunas autoridades para que entiendan nuestro punto de vista. No somos
enemigos de la industria ni del país. Al contrario. Lo que buscamos es que el
gobierno federal entienda y escuche los dos puntos de vista. Un gobierno que
sólo atiende una posición, que escucha a una sola parte, irremediablemente se
equivoca, tarde o temprano, porque lo están engañando. Un gobierno de
estadistas, de visionarios, lo que hace es escuchar todas las posiciones, y de
ellas saca la mejor para que las cosas avancen bien en beneficio del país. Y
esto es lo que estamos pidiendo. Por lo pronto, concluye, para mi regreso ya
tengo el boleto de avión en el bolsillo, y sólo me falta el pase de abordar.